Yo ya no hablaría del porqué una empresa necesita un MES (Manufacturing Execution System, de sus siglas en inglés). Lo considero un acrónimo en cierta medida fuera ya de esta 4ª revolución industrial que estamos viviendo. En primer lugar, es un término creado allá por el final de los años 90. Lo acuñó la MESA (Manufacturing Enterprise Solution Association) bajo las directrices marcadas por la ISA (Instrumentation, Systems and Automation Society) y con el objetivo de aglutinar algunas de las funciones y sistemas que por aquel entonces existían: sistema de control de la producción, sistema de gestión de la producción, sistema de información de la producción, sistema de datos de la producción, sistema de adquisición de información de la producción, sistema de información para los empleados etc. todos ellos muy nombrados hoy en día por los “falsos” sistemas MES y que llevan a generar mucho ruido en el mercado de lo que es un MES y de lo que no lo es. Hablar de conceptos de los años 90 como disruptivos y tenidos en cuenta como palancas de la 4ª revolución industrial, cuanto menos me parece osado y algo oxidado.
Considero que la pregunta debe reformularse de la siguiente manera: ¿Por qué un sistema MOM que te ayude en el proceso de digitalización de tu fábrica? Ésta debe ser la pregunta y la correspondiente reflexión que la acompaña. En esta industria 4.0, uno de cuyos puntos clave es la digitalización, hablamos de concepto MOM (Manufacturing Operations Management) o gestión de las operaciones de fabricación.
Recientemente, los participantes del Comité Técnico de MESA sostuvieron un debate online sobre el uso del término ‘Manufacturing Execution System’ (MES) vs. ‘Manufacturing Operations Management’ (MOM) para describir el tipo de soluciones de software utilizadas en las operaciones de producción. ¿Es alguno de los dos términos más preciso desde el punto de vista técnico o funcional? ¿Tiene alguno de los dos términos más reconocimiento de nombre o aceptación comercial para la industria? ¿Es solo una discusión, o ambos términos pueden coexistir?
MES, una sigla acuñada a finales de los años noventa, ha estado usándose desde hace más tiempo que MOM, según un técnico de MESA (Leiva), que sugirió que su longevidad ha hecho que sea más extensamente aceptado para definir el espacio de sistemas de toda la planta entre la automatización y los sistemas empresariales del negocio. MOM surgió un poco más tarde y sus proponentes dicen que fue por la necesidad de ampliar la definición de este espacio más allá de la ejecución. Surge de incluir los sistemas de planificación y secuenciación de la producción (advanced planning and scheduling) soluciones de gestión de calidad, laboratorio e I+D, sistemas de inteligencia de fabricación empresarial (EMI- Enterprise manufacturing intelligence) y una serie de otras ofertas que encajan en el espacio, mientras que las funcionalidades MES no las ofrece. Esas capacidades complementarias en las mismas soluciones significan que MES no puede ser el paraguas para todos los sistemas, de ahí la necesidad de MOM.
Existen razones de peso por las que debemos apostar por estas tecnologías, que yo resumiría en tres grandes ventajas:
1. Disminuyen el famoso “time to market”. Gracias al uso de ellas, las empresas son capaces de que sus plantas productivas puedan lanzar al mercado nuevos productos en mucho menor tiempo. El famoso “gemelo digital de tu fábrica” nos ayudará a reducir los tiempos de lanzamiento en gran medida.
2. Te hacen ser mucho más flexible. Debido al gran cambio que ha ocasionado la globalización, los nuevos mercados, los nuevos clientes y su relación con la tecnología, los productos que se lanzan al mercado son mucho más específicos en función del cliente al que van destinados o al mercado objetivo.
Todo esto hace que nuestros sistemas fabriles deban ser mucho más flexibles a los cambios de embalaje de los productos o a la personalización de los mismos.
3. Te permiten ser mucho más eficientes. Desde el punto de vista energético y de gestión de recursos, todos estos sistemas nos ayudan a poder monitorizar la energía utilizada, huella de carbono dejada, etc. en definitiva, a poder fabricar más con los mismos recursos o con menos, mejorando de esta manera nuestros costes y por tanto, siendo mucho más competitivos.