Dicen que cómo se define una misma, se comporta en otros aspectos de su vida, haciendo eco y replicándose en su camino.
Personalmente, me defino como una apasionada del deporte, en especial del vóley playa, variante del vóley sobre arena, en el que 2 campos separados por una red y dos equipos formados por dos personas cada uno, tienen que hacer punto en el lado contrario.
Me parece interesante compartir lo que he aprendido de este deporte y de la gente que lo practica, puesto que los valores que emanan, son los que intento practicar diariamente en mi vida personal y profesional, pero aconsejo a cada uno, lo extrapole a su deporte. Empezaré por el primer valor, a mi parecer, fundamental y del que más conciencia se debería tener, en cuanto se comienza a practicar:
Inclusión y tolerancia, puesto que se tiene la oportunidad de conocer a multitud de personas de diferentes procedencias, con diferentes costumbres y técnicas de juego, así como distintos niveles de aptitud. Todas convergen en un fin, que a pesar del idioma y lo mejor o peor que uno mismo se desenvuelva en el juego, la actitud es fundamental y saber compartir momentos entre todos, siempre nos da una lección que aprender.
Compromiso, aquellas personas que confían las unas en las otras, saben de lo que hablo. Jamás me daría por vencida en aquello que creo y qué, por lo tanto, comparto con las personas con las que juego. Si se madruga, pues un@ se levanta y marcha con energía, deseando comenzar el juego. Al final puedes ganar o perder, pero llegar juntos es el objetivo.
El esfuerzo y la perseverancia, está claro que es idóneo, poseer cualidades físicas y también mentales que te ayuden a mantenerte bajo largas horas al sol, y en otros momentos también, bajo condiciones climatológicas adversas. Soy de las que piensa que, siempre habrá algo positivo que recoger, pues como en todo deporte, fortaleces músculos y en los saltos cuando rematas, la arena amortigua el impacto. Así pues, el juego continúa, luchar el punto, sin que la pelota caiga en tu campo, ya puedes pegar sprints, o frenar de sopetón, pero no pierdes el control del juego, y siempre estás buscando el mejor golpe que realizar. Es en este momento cuando nos damos cuenta del autocontrol que debemos tener, con nuestros límites y sin perder de vista, las condiciones externas, que aunque en “la terreta” son idóneas, a veces el viento asoma.
El trabajo en equipo y el compañerismo, otros dos valores que me han enseñado mucho aquí y allá con lo que hago, confiar en el compañero que puedas tener en ese momento y ayudarse mutuamente a dar lo mejor de sí mismo, comunicándose entre sí, que estrategia poner en práctica, para terminar con éxito la jugada. Personalmente me encanta la construcción de esa jugada y que podamos disfrutar con entusiasmo, de la técnica ejecutada y a veces como no, de la suerte del momento .
La responsabilidad, entendiendo ésta como la capacidad en primer lugar de cada uno, de tener conciencia del medio ambiente y que, cuidándolo, seguiremos disfrutando del mismo a largo plazo.
Por supuesto, esta generalidad de situaciones que concurren, las vives con orgullo, cuando es tu propio estilo de vida y sabes rodearte de quienes también, lo viven como tú.
En uno de mis primeros proyectos conseguidos en Sothis, he vivido estas situaciones y podido comprobar como se pone en práctica, estos valores también a la hora de trabajar.
Os contaré un secreto que descubres al trabajar con Sothis, tengo la gran suerte, de encontrarme con personas que creen en este estilo de vida, puesto que, gracias a su compromiso, humildad, experiencia y ayuda para que sigas creciendo junto a ellos, hacen de tus retos, un ameno partido de vóley playa.